¿Estás tomando las decisiones adecuadas?
Desde que decides atrasar el despertador o levantarte. Si lo primero que miras por la mañana es el teléfono o el amanecer. La manera en que saludas al vecino que te cruzas. Lo que comes, a que dedicas tu tiempo diariamente.
Estamos obligados a elegir, todo el rato.
Así que más nos vale tener un criterio que nos dirija en la dirección adecuada, que nos ayude a decantarnos hacia el lado del equilibrio y alejarnos del caos.
A veces usas tus valores. O tus deseos. El amor o el miedo. Y a menudo te dejas llevar por la inercia del momento y las viejas costumbres.
Cuando te adentras en el asunto, te das cuenta de que es más profundo de lo que parece. Y es de suma importancia reflexionar al respecto, porque la calidad de nuestra vida depende de ello.
Siempre decidimos voluntariamente. Incluso cuando existe una presión externa, en el fondo, nadie puede obligarte a tomar tu decisión. Lo que pasa en tu cerebro es asunto tuyo. Tras ponderar las opciones y sus consecuencias, elijes lo que tú consideras que quieres.
Así que, en este punto, surge una pregunta fundamental:
¿Qué es lo que más quieres en la vida? Párate a pensarlo.
Salud. Amor. Estabilidad económica. Una familia. Construir tu proyecto. Una casa.
Complicado, ¿verdad? Pero yo te estoy preguntando algo más sencillo.
Ve un poco más allá. ¿Para qué quieres todo eso? ¿Quieres una casa, o sentir la comodidad, la seguridad y la calidez de una casa? Lo que deseas, ¿lo quieres por lo que es, o por cómo te sientes cuando lo tienes?
Me aventuro a decir que por lo segundo. Esta es nuestra naturaleza humana. Hacemos lo que nos hace sentir bien, y nos alejamos de lo que no.
Te lo pregunto de nuevo, ¿Qué es lo que mas quieres en la vida?
Yo creo que, después de todo, es SENTIRTE BIEN. Sea lo que sea que eso signifique, pero sentirse bien de verdad. Lo que algunos llaman felicidad, paz, equilibrio o tranquilidad. Es difícil explicarlo con palabras, pero lo reconocemos cuando lo sentimos.
Pues este es un buen comienzo. Hagas lo que hagas, la prioridad es sentirse bien con ello.
“Todo lo que hago, lo hago para sentirme bien”.
Parece un buen punto de partida.
Pero bien de verdad, no superficialmente ni durante un rato. No sirve beneficiarte a costa de aprovecharse de los demás, si en el fondo sabes que has actuado de manera despreciable. No sirve hincharse a comida basura solo porque da placer, si después tu salud se va a la mierda.
No vale sentirse bien si en el fondo te sientes mal. A ti mismo no puedes engañarte.
El objetivo no es el placer cortoplacista, es la paz duradera.
Llegados a este punto, la duda que surge naturalmente es la siguiente:
“¿Qué necesito para sentirme bien?”
Amigo o amiga, aquí la tarea es tuya. Tienes que sentarte en silencio y pensar en ello. Igual no te apetece, pero elegir hacerlo es lo primero que te acerca a la respuesta que buscas.
Cuando hayas reflexionado, tendrás tu propia lista de lo que necesitas.
Estoy seguro de que habrás incluido un buen puñado de cosas que tienen que ver con el autocuidado. Estar sano, alimentarse, descansar bien y divertirse.
La cosa se complica después.
Como buen ser humano, que necesita establecer vínculos, también quieres amar, sentirte amado, y compartir tu tiempo con tus seres queridos.
Y quizás has pensado que te gustaría aportar algo al mundo, sentirte útil y dejar tu huella. Ser bueno y ayudar a los demás.
Estas parecen propuestas razonables, y sobre el papel no hay dudas. Pero en la práctica no es tan sencillo.
Cuando incluimos a los demás, nuestros valores y creencias más profundas se hacen un lío y nos confundimos fácilmente.
“Quiero ser buena persona. El que ayuda a la gente es bueno. Me siento culpable si no lo hago. Me desvivo por los demás. Quiero que me quieran. No me importa no dormir, o comer cualquier cosa, o sacar tiempo de mis ratos libres de disfrute; para dedicártelo a ti”.
Así que a veces te descubres viviendo para los demás, dejándote a ti de lado, porque crees que eso es lo que te hará sentir bien. Pero, de este modo, ni ayudas a los demás ni tú te sientes bien contigo mismo.
Lo haces, porque crees que ponerte a ti en primer lugar es una actitud egoísta.
¿Pero has intentado hacer algo por el mundo cuando tú estás hecho un despojo? Te aseguro que eso no funciona.
Existe un orden de prioridades en la lista de cosas que necesitas para estar bien.
Para hacer del mundo un lugar mejor, antes tienes que estar tú lo mejor posible. De una semilla marchita no nace nada. Cuando floreces, puedes hacer germinar el jardín a tu alrededor.
Esto es lo que tenemos claro:
- Lo que quiero es sentirme bien.
- Para sentirme bien, necesito ciertas cosas.
- Para obtener estas cosas y que funcionen adecuadamente, debo ordenarlas según un orden de prioridades concreto.
- En ese orden, estar bien yo es el primer paso para todo lo demás.
En definitiva, y para que te lo grabes a fuego:
“Lo mejor que puedo hacer siempre y ante todo, es estar yo lo mejor posible”.
Este es el CRITERIO A SEGUIR. Si eres honesto contigo mismo, nunca te va a fallar.
Todo empieza dentro, siempre. Sé sincero con lo que te hace feliz, y dirígete hacia eso. Busca la paz duradera, no el placer pasajero. No te aproveches de esta prescripción para tomar ventaja de nadie. Sé bueno, sé amable, sé solidario. Pero no te quites lo que necesitas para dárselo a otros, porque tampoco podrás hacerlo si a ti te falta.
Estar tú lo mejor posible es siempre lo mejor que puedes hacer. Por ti, por los demás y el mundo entero.




